La realidad nos dice que…
En la presente fase de globalización, con un sistema mundo que abarca ya todo el planeta, a España le ha correspondido, en la división internacional del trabajo una posición semiperiférica: ni estamos en las zonas esquilmadas del planeta donde se producen las materias primas, ni en el centro en el que se toman las decisiones. Somos un país sin ninguna soberanía económica, cada más infiltrado por los fondos de inversión, y dedicados a la hostelería y el turismo, a la construcción y a ensamblar coches.
La Comunidad de Madrid es el claro ejemplo de regionalización, donde las élites se olvidan del resto del Estado y se dedican a competir a escala global con otras regiones. No hay solidaridad con otros territorios del Estado, como pone de manifiesto la política fiscal. Madrid depreda recursos, convertida en un paraíso fiscal, haciendo del resto del país un país: hay que recorrer 200 km desde Madrid, para encontrar una población que tenga más 100.000 habitantes.
La especialización productiva de Madrid (servicios globales, turismo, construcción) ha afectado a la estructura de clases: ya no queda proletariado industrial; el número de funcionarios se ha reducido notablemente; el proletariado de servicios ha sustituido al industrial, pero sin su conciencia de clase; y hay una élites vinculadas a los servicios globales (constructoras, banca y finanzas, eléctricas…). En 2019 se habría reducido la pobreza, pero la brecha entre la franja de la inclusión social y la de exclusión se había ensanchando. La pandemia ha empeorado la situación, incrementándose el número de pobres y la distancia entre clases.
Las políticas neoliberales, que tienen que ver más con el poder social que con la gestión económica, no hacen sino ahondar en la pobreza y la desigualdad.
En este contexto, en una ciudad con 131 barrios, en el ranking de vulnerabilidad social de la ciudad de Madrid Pradolongo ocupa el puesto 6; Orcasur, el 10; almendrales, el 11; Zofío, el 12; Moscardó, el 14; San Fermín, el 17; y Orcasitas, el 23.
… Y El capital nos desafía (más)
El neoliberalismo no es una doctrina económica. No funciona como modelo económico, como las sucesivas crisis que se han producido desde 1973 nos muestran. Es un mecanismo para que las élites puedan mantener el status quo. En este modelo las ciudades tienen su papel como circuitos de acumulación secundarios (la especulación con el suelo, la construcción de viviendas e infraestructuras) o como lugares en los que nacen infinitos procesos y relaciones que luego se pueden privatizar: montas un pequeño cine de verano, en un descampado, y a los seis años de funcionamiento, se convierte en un negocio.
Se degradan los servicios públicos, para hacer negocio: convertir usuarios que ejercen derechos en clientes que consumen servicios. Así, en Usera hay más alumnado en los centros concertados que en los públicos, concentrando estos al alumnado de origen inmigrante, con necesidades educativas especiales o en desventaja social. La situación de la atención primaria es alarmante, con centros en los que falta la práctica totalidad de la plantilla de facultativos. Vivimos en un distrito contaminado, definido por carreteras, en el que el coche, como en el resto de la ciudad, es el centro de la política de movilidad.
Degradación de la escuela y la sanidad públicas, instalación de un crematorio en el tanatorio de Parcesa, la zona de bajas emisiones de plaza Elíptica que, con seguridad, convertirá a Zofío en zona de paso de miles de vehículos… Son ataques que requieren de una respuesta por nuestra parte.
¿Qué hacer?
La historia del Partido nos enseña que hacer con otros es la mejor opción, no por tactismo u oportunismo, sino por convicción.
En el distrito, organizado y activo, el vecinal, con el que trabajar; y otro más pequeño y joven, al que apoyar y “mimar”. Con ambos planteamos las acciones. Por otro lado, mantenemos nuestra identidad, llevando a cabo acciones como partido, con fines y materiales propios.
Trabajar en la calle, de manera cotidiana, sobre los problemas reales de las y los obreros de Usera. Lo que otros no hacen.
Por ello, hemos desarrollado un plan de trabajo del Frente Externo basado en cinco líneas principales de intervención durante este curso: la lucha contra el Crematorio de la M40 en San Fermín; la recuperación del proyecto Cinema Usera para las vecinas; la lucha contra las emisiones y las zonas de párking ORA; la defensa de los centros y del sistema de salud; y la problemática de la residencia de proximidad en Orcasitas.
Solos no podemos, con amigos sí: trabajaremos codo con codo con las Asociaciones Vecinales de Usera, los Centros de Salud, la Plataforma contra el Crematorio y otros tantos agentes sociales del distrito.
¡Un futuro con Partido!