Tras la muerte del dictador, el proceso de reconfiguración de las élites del régimen franquista, obligados por el desarrollo de la lucha masiva y organizada de la clase trabajadora en las calles por la consecución de las libertades políticas, otorgó la conquista de un marco constitucional homologable a las democracias burguesas europeas de la época.
La transición de un régimen a otro no fue un camino sencillo, ni mucho menos modélico. Estuvo atravesado por la violencia política y la represión ante las demandas del movimiento obrero organizado, del cual las y los militantes comunistas del PCE formaron parte activa, dirigiendo movilizaciones en fábricas y barrios, pese a estar bajo una dirección mayoritariamente reformista.
En este contexto, el 6 de diciembre de 1978 quedaba aprobada una nueva Constitución Española monárquica y capitalista, punto de partida para la imposición de un consenso social que, con el paso de las décadas, se ha mostrado lesivo e insuficiente para los intereses de las capas más vulnerables de nuestra sociedad.
El llamado Régimen del 78, es decir, toda la amalgama de instituciones del estado de derecho burgués, con la monarquía como punta de lanza al servicio e intermediaria de las élites, forman hasta nuestros días la expresión política e ideológica del capitalismo español inserto en las estructuras imperialistas internacionales de la UE y la OTAN.
Dicho Régimen se afana y vela por el sostenimiento de los intereses de unos pocos sobre la mayoría, con el horizonte de la incompatibilidad de su modelo con la vida y el avance de una crisis climática sin precedentes.
La recomposición paulatina de un capitalismo en crisis, lanza una nueva ofensiva contra la clase obrera en forma de auge de las tendencias de extrema derecha, donde Madrid se posiciona como una de las regiones con más peso.
A través de una lógica autoritaria y antiobrera, que tiene como objetivo el dominio clasista y la restricción de derechos civiles, se intensifica la represión sobre los sectores más empobrecidos de los trabajadores.
No fue casualidad que, en fases pretéritas de este auge, muchos de sus instigadores se reivindicaron bajo la etiqueta de constitucionalistas.
Además, buena parte de su contenido social en favor de la clase obrera, como su mención al acceso a una vivienda digna, se ven invalidadas por el servilismo del Gobierno de Coalición ante rentistas y especuladores, mostrando un ejemplo claro y meridiano de sus limitaciones reales.
Por tanto, continuamos en un estado de cosas actual en el que es necesario plantear una alternativa al Régimen del 78 y su soporte constitucional, pese a que el propio auge de las posiciones derechistas ubique a éste aparentemente como una salida moderada y democrática.
Desde el PCE en Madrid, abogamos por la organización de clase frente al avance de la extrema derecha, que revierta la situación constante de desamparo y desasosiego y reabra un nuevo ciclo de movilización social.
Queremos generar las condiciones que permitan el avance en derechos para las y los trabajadores y poner fin a la especulación con los elementos fundamentales para desarrollar nuestra vida, luchando por la superación del Régimen del 78.
Construye la Esperanza. La alternativa es comunista




