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Acto homenaje a los trece fusilados por defender Madrid del golpe del coronel Casado

4 de Julio de 2020

En la tarde de hoy, venimos a honrar el recuerdo de estos hombres, valientes y libres, en el mismo lugar donde se encontraron con la bala traidora y cainita. Digo hombres valientes, porque, leales a los ideales consagrados por la República, se batieron en armas contra la amenaza fascista y, a pesar de ello, sufrieron la traición de los acólitos del coronel Casado, quienes les entregaron a un franquismo que anhelaba llevar a cabo en nuestro país todo un genocidio ideológico.

Y digo hombres libres porque sus ideas de justicia social y emancipación del ser humano no entienden de rejas ni de pelotones de fusilamiento. No saben de plomo ni de consejos de guerra. Por eso, las ideas sobrevivieron a nuestros camaradas, del mismo modo que nos sobrevivirán a nosotros el día que compartamos con ellos la tierra. Vuelan sin grilletes ni ataduras, lejos de los muros de cárceles como las de Yeserías o Porlier, donde encerraron a muchos de ellos, y de las tapias de esta misma necrópolis, donde escribieron con su sacrificio y abnegación, otra página de la historia de la dignidad humana, a la que nosotros nos asomamos con respeto y admiración, para aprender de su ejemplo.

Es difícil imaginar la terrible agitación de estos compañeros aquella mañana, bajo este mismo sol de verano. Resulta más sencillo pensar qué nos dirían si sus ojos se abrieran de nuevo. De seguro que se sentirían sorprendidos al escuchar la misma retórica de odio, los mismos modos arrogantes, las mismas conexiones con el poder y el mismo desprecio clasista que tenían aquellos a los que llamaban facciosos, rebeldes, golpistas o, directamente, fascistas. Porque nuestros camaradas tenían el arrojo de llamar las cosas por su nombre para advertir de un peligro que, por desgracia, se hizo realidad.

Nos advertirían quizá sobre aquellos que blanquean a los bien llamados fascistas. Ellos bien conocieron como los que se decían moderados, terminaron alentando a los que empuñaban el fusil contra sus semejantes y compatriotas por el mero hecho de exigir unas condiciones de vida dignas. A buen seguro que nos les costaría reconocerles, ni señalarles con más valentía y decisión que nosotros. No se tendrían que ir muy lejos, en la misma puerta de este cementerio, podrían comprobar con qué saña destruyeron el monumento en recuerdo a caídos como ellos. Se dicen constitucionalistas y demócratas, pero no creo que, desde los ojos de nuestros camaradas, fueran más que traidores al ideal democrático por el que dieron su vida.

Pero también tendrían para nosotras y nosotros, palabras de aliento, palabras de satisfacción, al ver que seguimos manteniendo su recuerdo vivo, que continuamos luchando por un ideal justo y bueno, por un futuro que no es otro que el de terminar con la opresión. Quizás los sorprendidos seríamos nosotros al comprobar que fueron albañiles, funcionarios, maestros, ferroviarios, abogados, carpinteros o cocineros. Personas como cualquiera de nosotros. Ni más ni menos. El compromiso y la dignidad les hicieron eternos.

Si lo pensamos, los trece hombres que descansan bajo nuestros pies nos están diciendo mucho a pesar de que les sellaron los labios para siempre. Y a pesar de que hoy intenten hacerlo de nuevo destrozando su recuerdo a martillazos.

Aunque el odio del intolerante, del racista, del homófobo; en definitiva, del fascista, traten de herir nuestras almas como sus balas hicieron con nuestros camaradas, no podrán. No podrán porque llevan grabadas a cincel la dignidad de las ideas y el ejemplo de los caídos, de una manera tan imperdurable como estas lápidas lucen orgullosas el nombre de estos trece hombres justos. Guillermo, Fernando, Manuel, Raimundo, Domingo, Godofredo, Federico, Eugenio, Daniel, Germán, Pedro, José y Eladio. Su eterno clamor contra la injusticia, contra la dominación del ser humano por el ser humano, nos exige compromiso y lucha, esfuerzo y sacrificio. Porque como diría Miguel Hernández, otro caído en nuestra misma esperanza: ¿por qué no lleváis dispuesta contra toda villanía una hoz de rebeldía y un martillo de protesta?

Compañeros, gracias por vuestro ejemplo. Definitivamente, venceremos, porque nuestra victoria es la supervivencia del ser humano.

Categorías: Frente Ideológico

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